Bioimpedancia y su rol en la evaluación del estado nutricional
6 de mayo de 20252minutos de lectura

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Una herramienta clave para el análisis preciso de la composición corporal y el diseño de intervenciones nutricionales personalizadas
En el abordaje nutricional de pacientes con sobrepeso u obesidad, la reducción de peso no debería plantearse como el objetivo principal, sino como una consecuencia derivada de la mejora en los hábitos alimenticios, el aumento de la actividad física y la optimización de la composición corporal. En este contexto, la evaluación mediante bioimpedancia eléctrica (BIA) representa una técnica útil, no invasiva y clínicamente validada para estimar con precisión los componentes corporales como la masa magra, agua corporal total y su distribución, de manera que permite orientar al profesional en la toma de decisiones.
Esta herramienta no solo permite al profesional controlar la evolución fisiológica del paciente, sino también facilitar la educación nutricional a través de parámetros objetivos que contribuyen a la adherencia al tratamiento y a un cambio conductual sostenible.
Así que, evaluar correctamente la proporción de cada componente corporal es esencial tanto en contextos clínicos como comunitarios, donde la BIA aporta valor en este análisis al permitir:
Evaluación de la composición corporal en sobrepeso y obesidad: La BIA permite diferenciar entre el exceso de grasa corporal y una masa muscular adecuada, clave en la intervención nutricional. También ayuda a monitorizar si la pérdida de peso se produce a expensas de tejido graso o muscular, es decir, un paciente con obesidad puede mostrar progreso significativo en la reducción del porcentaje graso sin que el peso total varíe, lo cual sería invisibilizado por el uso exclusivo de la balanza.
La detección de la malnutrición: la desnutrición no siempre se asocia con bajo peso. Pacientes con enfermedades crónicas pueden presentar pérdida de masa muscular (sarcopenia) o desequilibrio de fluidos, sin que el IMC cambie notablemente. La BIA permite identificar, la pérdida de masa libre de grasa, el incremento del agua extracelular (relacionado con inflamación), el ángulo de fase bajo (indicador de integridad celular deficiente), entre otros. Norman et al. (2008). Prognostic impact of disease-related malnutrition. Clinical Nutrition
Control en pacientes clínicos y hospitalizados: en contextos clínicos (oncología, nefrología, cuidados intensivos), la BIA permite detectar la pérdida de masa celular activa, monitorear la respuesta a la intervención nutricional, anticipar complicaciones por malnutrición o inflamación, etc. Barbosa-Silva et al. (2005). Subjective Global Assessment and Bioelectrical Impedance in the Assessment of Nutritional Status in Cancer Patients. JPEN.

Otras ventajas de la BIA
Otra de las ventajas que nos aporta la medición y evaluación de la composición corporal a través de la BIA es el valor del ángulo de fase. Un indicador indirecto derivado de la relación entre la Resistencia y la Reactancia que evidencia la integridad de la membrana celular y del estado funcional de las células4.
También, un valor muy considerado en los sectores enfocados al rendimiento deportivo y que realizan un seguimiento a través de la medición del impacto de programas de ejercicio físico. Un ángulo de fase alto puede reflejar una buena condición física y un equilibrio adecuado entre masa magra y agua intracelular.
Los nutricionistas se enfrentan con varios desafíos al evaluar a los pacientes como información inexacta o incompleta, dificultad en las mediciones antropométricas, limitaciones del tiempo y recursos, etc. Éstos pueden dificultar una correcta valoración nutricional y por tanto, el diseño de planes adecuados.
En definitiva, la BIA ofrece al dietista-nutricionista una visión integral y cuantificable del estado nutricional, permitiendo una intervención más precisa, individualizada y basada en la funcionalidad del tejido corporal, más allá de los valores antropométricos tradicionales.